El mes de mayo ha sido,
tradicionalmente, para los católicos, el mes dedicado a María. Madre, maestra, discípula,
creyente… hay muchos títulos que nos permiten acercarnos a
María desde la fe. Buscamos que su vida sea para nosotros un ejemplo de
fidelidad, de coraje y valentía. La vemos muy cercana a nosotros, quizás porque
la vemos tan humana, tan real, tan capaz de amar y servir, la vemos capaz de
reír y llorar, de celebrar las alegrías de la vida, pero acoger los golpes que
también vienen. La
vemos como una de los nuestros, y nos sentimos un poco suyos, un poco hijos, un
poco necesitados de su protección.
Es muy importante darnos cuenta de que la encarnación comienza con el “sí” de una mujer. QUE LA PRIMERA TIENDA
DE DIOS AL ACAMPAR EN ESTA TIERRA ES LA ENTRAÑA MATERNA. Desde el “Hágase”
hasta esa escena de la Piedad, a los pies de la cruz, la mujer presente en
tantos momentos significativos de la vida de Jesús. Mujer que es madre, que
evoca ternura, que nutre, sostiene, empuja.Ella es imagen de tantos hombres y mujeres que luchan por lo que creen necesario. Una mujer. Y un grito y una llamada para nosotros hoy, como sociedad, y como Iglesia; una llamada a la igualdad verdadera, que aún está por conseguir.
Pienso en las mujeres que en mi vida son reflejo del amor de Dios.
¿Por dónde creo que se puede avanzar hacia la igualdad en nuestra sociedad? ¿Y en nuestra Iglesia? |
El evangelio pone en
boca de María un canto radical, un himno que proclama la grandeza de
Dios. Un grito de justicia y liberación. Seguro que su vida
reflejó esa lógica. Seguro que sintió con hondura el grito de los más
machacados, los más heridos y los más rotos. Seguro que vibró con la palabra de
ese Hijo que le daba la vuelta a todo. Seguro que, en su fuero interno, fue
indiferente a la soberbia de los necios, pero sensible a la palabra humilde de
los pequeños. Y todo eso lo plasmó Lucas en ese canto, en ese Magníficat. También yo, también cada uno de nosotros, estamos haciendo de nuestra vida
un canto, porque nuestras vidas hablan.
¿De qué habla mi vida?
¿Qué «Magníficat» estoy escribiendo? |
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