sábado, 14 de enero de 2012

Libreta espiritual:para interiorizar

1. Habla Señor, que tu siervo escucha.
¿Dios sigue hablando o guarda silencio?
Sólo escuchamos los ruidos malditos de las armas de guerra, las voces de los políticos que se insultan ofreciendo el infinito, las músicas tentadoras de las ofertas de consumo, los gritos de condena de tantos agoreros de la perdición y el castigo...
Dios sigue hablando: el cielo, el mar, toda la naturaleza me habla de Él, el grito del pobre me habla de Él, mi corazón me habla de Él, pero ¿estoy atento a estas voces? ¿Hago silencio en mí, para escucharle? ¿Vivo en su presencia a pesar de tantos grillos que me rodean?
Es importante vivir en su sintonía, saber, como dice el salmo 139, que "tú me escrutas y conoces, tú sabes cuando me siento y cuando me levanto. De lejos penetras mis pensamientos... ¿A dónde iré lejos de tu aliento?
2. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Glorificad a Dios con vuestro cuerpo.
Estamos viviendo en una sociedad que da excesivo culto al cuerpo: gimnasios por doquier, tiendas de perfumes en cada barrio, balnearios dentro de las ciudades, gabinetes de estética y de cirugía plástica, deportes de resistencia, culturismo, etc. No, no creáis que yo esté contra todo esto, como el "Padre Bonete", muy al contrario.
Reconozco que yo soy mi cuerpo, él es mi primer contacto con el mundo, la base de mis experiencias, mi "herramienta de presentación y de trabajo" en la vida cotidiana, fuente de placer y, a veces, la llave de mi fracaso o éxito. El cuerpo es nuestra presencia, epifanía (manifestación) de nuestra persona. Es mi palabra de comunicación y escucha. Revela lo soy y siento.
Y los otros también son cuerpo. Cuerpo que miro, escucho, huelo y palpo. Que provoca en mí sensaciones y deseos. Que a veces considero objeto que puedo consumir, vender o comprar. Cuerpo que deshago como identidad en la tortura, en la esclavitud, en el desenfreno. Cuerpo agotado y extenuado por las largas jornadas de trabajo. Cuerpos sufrientes en los hospitales.
Necesitamos hacer de nuestro cuerpo un lugar de nuevas relaciones más sanadoras, igualitarias y placenteras. Y mientras vivamos en la tierra es el único lugar de encuentro y relación con Dios.
Por eso Pablo nos orienta: ¿cómo glorificar a Dios con nuestro cuerpo? Que cada cual responda desde la búsqueda y el compromiso. A mí me parece que estando en armonía y en pura fiesta cuerpo y espíritu.  

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