«El Señor dijo a Abrán: Sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.» (Gen 12, 1) |
La gente da por sentadas muchas cosas, muchas seguridades, muchos prejuicios: los jóvenes son superficiales; los cristianos son de derechas; los justos son de izquierdas; los viejos se quejan; los pobres son buenos; los creyentes son ingenuos o necios; los políticos son malos y corruptos; los curas tienen panza, y viven como Dios; las monjas son monjitas; los científicos son ateos; los guapos son tontos… suma y sigue. ¿No hace falta, alguna vez, zarandear tantas estupideces, tantas afirmaciones que no tienen otro fundamento que el vacío, y mirar, con audacia y valentía, el mundo de otra manera…?
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«Después derramaré mi espíritu sobre todos: vuestros hijos e hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones.» (Joel 3, 1) |
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Eso sí merece la pena. Soñar en otro mundo posible. Soñar en otra vida, en otra justicia, en otra humanidad mucho más capaz de resolver sus cuitas. Y más que soñar creer. Creer que hay caminos para acercarse a ese mundo mejor. Caminos necesarios, fascinantes. Caminos alternativos. Lógicas que prescinden de lo que el mundo vende como imprescindible, necesario e inevitable. Formas que arrancan del amor y la búsqueda de una verdad diferente. No puede ser de otra manera.
PARA INTERIORIZAR
¿Por qué no intentar mirar a tu mundo y a tu gente, por un día, sin dar demasiadas cosas por sentado?
¿Estás de acuerdo con lo que dice el texto? Justifica tu respuesta y pon ejemplos de tu vida diaria.
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