Prueba a hacer silencio. Silencio total. Absoluto. Verás que no es fácil. Aunque te aísles, y apagues la radio, o la televisión, o te alejes del móvil, siempre se cuela algún sonido. En nada empezarás a oír ruidos. Voces lejanas, el tráfico en la calle, el sonido de algún aparato que está cerca –el ordenador, o la calefacción, o las cañerías–. El aviso de un wassap. Un teléfono. Todo suena. De hecho, es posible que el silencio prolongado te agobie. No estamos acostumbrados. Pero hace falta, en algún momento, parar y dejar que el pensamiento vague a su ritmo, que las voces de dentro tengan su lugar y las de fuera se acallen. Lo que pasa es que no todo silencio es igual. Y de ahí la necesidad de separarlos.
SILENCIO OPRESIVO «Vivo sin paz, sin calma, en continuo sobresalto» (Job 3, 26)
Hay un tipo de silencio deshabitado, vacío, solitario. Generalmente, duele o inquieta. Es el silencio de las tardes sin plan, de las llamadas que no terminan de llegar, de las palabras añoradas. Es el silencio de la oración que no encuentra eco más allá de los propios pensamientos. O el que se impone a cualquier ruido con un pesado manto de apatía. Cuando eso ocurre, y ocurre a veces, uno lo cuestiona todo y el estado de ánimo se te pone sombrío. Piensas en soledad, fracaso, sinsentido… Pero es mentira. Es tan solo que te has vuelto un poco sordo a las voces que siguen ahí. Por eso no deberías creértelo del todo.
PARA INTERIORIZAR
¿Alguna vez te sientes así? Indica en qué momentos.
¿Cómo luchas contra eso?
SILENCIO HABITADO "El efecto de la justicia será la paz, la función de la justicia, calma y tranquilidad perpetuas» (Is 32, 17)
Hay otro tipo de silencio poblado. Es más tranquilo. Es un silencio del que uno se adueña. Se acallan los ruidos que interrumpen, y se deja que resuenen, con calma, voces o memorias, palabras o sonidos que te invitan a pensar, a evocar, a amar. Es un silencio que a veces es puente hacia el Otro, en forma de oración. Es una distancia necesaria con los otros para poner las cosas en perspectiva. Es calma, o es tormenta –que de todo nos pasa por dentro en ocasiones– pero no te domina. En ocasiones es buscado. En otras llega sin prepararlo. Pero todos necesitamos momentos así.
PARA INTERIORIZAR:
¿Alguna vez te encuentras con espacios así?
¿Hay, en tu vida, espacios de este silencio habitado?
¿Cómo podrías buscarlos?